LA DIRECTIVA DEL SINDICATO DE TRABAJADORES SSCC. QUIERE SALUDAR A TODOS LOS PROFESORES EN SU DÍA.
ALGO DE HISTORIA
El Día del Profesor en Chile es una efeméride que conmemora la labor de los profesores de la educación básica y media. Se celebra el 16 de octubre, fecha que coincide con la fecha de creación del Colegio de Profesores de Chile (CPC) en 1974. Este día reemplazó en 1977 al Día del Maestro, que se celebraba el 11 de septiembre, mediante el decreto ley 1.938.
Fue instaurado originalmente el 11 de septiembre de 1943 por decreto del Presidente Juan Antonio Ríos y su Ministro de Educación Pública Benjamín Oscuro como el Día del Maestro. Su antecedente está en la recomendación de la primera conferencia de ministros y directores de educación de las repúblicas americanas de homenajear continentalmente el fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, acaecida en el mismo día pero de 1888. Se ratifica su fecha por la Ley N° 16.662 de 1967.
El cambio de fecha se realiza por el decreto Ley N° 680 de 1974 que fijo el 10 de diciembre como el Día del Maestro en homenaje al recibimiento del Premio Nobel de Gabriela Mistral en el mismo día de 1945. Cambiándose posteriormente (1977) a su fecha actual como Día del Profesor.
El CPC y su Asamblea Nacional han declarado su disgusto por la fecha en que se observa actualmente, pues fue impuesta durante el Régimen Militar, período en que alrededor de 103 profesores fueron declarados detenidos desaparecidos; sin embargo, desde 1990 en adelante, no se ha presentado ningún proyecto de ley que modifique el decreto ley 680.
Les regalamos además, la "Oración de la maestra" de nuestra poetisa Gabriela mistral
La oración de la maestra
¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que Tú llevaste por la Tierra.
Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.
Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé.
Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes. Dame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más.
Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por él.
Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre tu corro de niños descalzos.
Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda presión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida.
¡Amigo, acompáñame! ¡Sostenme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado. Cuando mi doctrina sea más casta y más quemante mi verdad, me quedaré sin los mundanos; pero Tú me oprimirás entonces contra tu corazón, el que supo harto de soledad y desamparo. Yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones.
Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana.
Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana a mi escuela. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales, mis mezquinos dolores de cada hora.
Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia. ¡Reprenda con dolor, para saber que he corregido amando!
Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. Le envuelva la llamarada de mi entusiasmo su atrio pobre, su sala desnuda. Mi corazón le sea más columna y mi buena voluntad más horas que las columnas y el oro de las escuelas ricas.
Y, por fin, recuérdame desde la palidez del lienzo de Velázquez, que enseñar y amar intensamente sobre la Tierra es llegar al último día con el lanzazo de Longinos en el costado ardiente de amor.
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